sábado, 2 de abril de 2011

Excursión a los Baños de Urquizar

Anuncio la intención de darme un paseo por Durcal, y aparecen nueve veredianos dispuestos a participar en una excursión ilegal y fuera de programa, con la agravante de reincidencia por parte de algunos.

Llevaba tiempo apremiado por el deseo de conocer los famosos baños de agua caliente de Durcal, y este era un buen dia. Abril para vivir, abril para soñar, abril para ir a los baños de Urquizar.

Iniciamos el camino en la antigua estación de tranvías, a la entrada del pueblo. Lamentos de los veredianos, ¡como echamos de menos aquellos tranvías¡ ¡qué poca visión de futuro tuvieron aquellos políticos, cegados por el brillo del motor¡ ¡qué lástima de infraestructura desmontada, y ahora vuelta a montar¡, y la calle del Calvario nos baja hasta el rio, pasando por los antiguos lavaderos públicos, y por un antiguo molino, que no hace muchos años fue restaurante y Museo de cocina tradicional andaluza, hoy en estado de ruina y expoliado. Mas lamentos: Algunos conocimos aquel lugar en su esplendor, y ahora vimos arrancados sus puertas y ventanas, instalación eléctrica, suelos, y cuanto de valor hubiera. Una pena.

Seguimos bajando hacia el rio, comprobando el deterioro ecológico del lugar, con las conducciones de aguas fecales al aire libre, basura por todos lados, mal olor, y hasta una caja de pescados tirados por los suelos.

Antes de llegar al cauce del rio, cruzamos un pequeño puente, conocido como “Puente Romano”, y mas adelante divisamos otro antiguo molino rehabilitado que está dedicado a Granja Escuela, en donde compartimos un rato de charla con una pareja de gansos. Continuamos nuestro camino a lo largo del rio, corriente abajo, en busca de la autovía que lo cruza muy, muy arriba. Ahora compartimos marcha con huertas coquetas, árboles frutales, y algunas plantas de habas (ya mismo estarán listas para comer).

Y como no podía ser de otra manera, la verea se perdió entre la maleza, ya no había verea, y había que cruzar el rio. Buscamos un sitio apropiado, no exento de riesgo, cruzando por un tronco resbaladizo. ¡Bien¡, sin incidentes.

El camino asciende hasta nivel de la autovía, a la que acompañamos un rato, hasta que a nuestra izquierda sale un carril asfaltado que nos conducirá hasta nuestra meta. Divisamos a nuestro frente un monte llamado “El Peñon de los Moros”, en donde se ubicó un fortín nazarí, que controlaba el paso por el Valle de Lecrín y el rio Durcal. En otra ocasión seria interesante subir hasta allí.

Seguimos bajando hacia el rio, y ahora divisamos, cercano, el pueblo de Conchar, a tiro piedra, hasta que aterrizamos en los famosos baños, y ¡oh, decepción¡, de calientes, nasti de plasti. Están templadillos, pero no como para meterse, quizás cuando haga mas calor. Eso sí, el lugar es bonito, y cuidado por una Asociación Cultural del pueblo, llamada Almocita.

A la entrada de los baños nos recibió el príncipe-sapo, siempre tan amable. Se hizo unas fotos con nosotros, y después…. al agua. Pero, ¡sorpresa¡, al cabo de poco, vemos que el agua del estanque desciende de nivel, y que el tapón que la sujeta estaba fuera del mismo. Misterio ¿lo quitó el príncipe-sapo? .

Una frutilla y parriba otra vez, en busca del pueblo, pasando por la ermita de San Sebastián, y vuelta a Granada.

Crónica: JA Mazuecos

Fotos: Juande y Toñi

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