sábado, 9 de noviembre de 2019

ACEQUIA DEL ALMIAR-CENTRO BUDISTA

        El inicio de la ruta parte de la casa forestal de Prado Grande, en el término municipal de Soportujar, y de allí parte un camino que en continuo ascenso alcanza la acequia del Almiar  (Almiar es un modo o forma que se da a la paja para almacenarla), y nos lleva hasta la Atalaya de Soportujar y al Centro Budista.


Pues bien, hasta dicho lugar nos desplazamos un grupo numeroso de socios y amigos, con la sorpresa de encontrarnos a nuestra llegada al punto de inicio un cartel informando  de la prohibición de paso por motivo de realizarse una cacería. 


La sorpresa de ver nuestro plan desbaratado nos retuvo un tiempo hasta poder tomar una decisión, que fue la de hacer la ruta en sentido inverso, pensando que de este modo evitaríamos el lugar donde estaban los cazadores, por lo que nos encaminamos en primer lugar hacía el centro budista.
El día era claro y soleado, la marcha animada, y conforme ascendíamos las vistas iban extendiéndose progresivamente, hasta por fin alcanzar el mar.


O Sel Ling significa “Lugar de Luz Clara”, y su visita siempre es un placer para los sentidos y un motivo para la calma del espíritu. 



El lugar es un pequeño rincón de la cultura y la herencia del Tibet, un lugar de retiro y oración, en el que se solicita el silencio del visitante. 

Atravesamos la finca en dos grupos, a fin de minimizar el posible impacto de nuestra presencia, por respeto a sus moradores, a los que se les debe además el agradecimiento por facilitar el paso por su propiedad.


Pero otra nueva sorpresa nos aguardaba en la casa forestal de La Atalaya, donde nos encontrábamos dispuestos a continuar nuestra marcha después de un pequeño descanso, cuando apareció un coche cargado con una rehala de perros, y nos informan que no podemos continuar nuestra marcha por aquel lugar porque había diseminados noventa puestos de caza y resultaría extremadamente peligroso adentrarnos en la zona.
Vuelta a las deliberaciones, y finalmente decidimos ir a Pampaneira y hacer la senda que va hasta Capileira. 


De modo que toca deshacer lo andado, sin saber aún la nueva sorpresa que nos esperaba, pues nuestros planes nuevamente volverían a truncarse, pues en Pampaneira había pleno de coches hasta la bandera. 


Continuamos en carretera hasta la gasolinera que hay en el cruce para Bubión y allí se nos ofreció una preciosa vereda que nos conduciría hasta el pueblo, donde comimos a gusto, sentados en unos poyetes que encontró Paco, frente a un rico sol de otoño, y regreso por el mismo camino hasta los coches, y para casa.



Crónica: Jose A. Mazuecos
Fotografías: Antonio Domingo

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