La excursión del pasado sábado día 29 de mayo tenía un claro objetivo: llegar a ese bellisimo lugar conocido como los Lavaderos de la Reina en el apogeo del deshielo y admirar ese hermoso parajer semicubierto de nieve donde emergen los borreguiles, Pero no pudo ser, la noche antes una tormenta había dejado inutilizable el carril que nos acercaba desde Güejar a la barrera. En la misma rotonda de Neptuno de decidió cambiar nuestro destino inicial por otro más acequilble: La Morra.
Después de acomodarnos en los coches y decidir hacer una parada técnica en Cenes para tomar café, nos pusimos en camino con el ánimo de ser disciplinados y no perder demasiado tiempo en los prolegómenos. Lamentablemente volvimos a hacer gala de que cada uno coge su propia verea: de los cuatro coches, tres pararon en bares distintos y el cuarto se salió del pueblo sin encontrar ninguno a su gusto. Después de improbos esfuerzos por reagruparnos, decidimos que cada quisqui se las apañara para llegar al punto de partida. Y es que en el fondo, la vena ácrata del grupo nos gasta esas malas jugadas.
Una vez nos pusimos a andar, todo transcurrio con la alegría y el dinamismo que nos caracteriza. El camino era fácil y la nieve pronto quiso acariciar la suela de nuestras botas. Sólo la travesía del rio San Juan ofrecía cierta dificultad. Pero la Verea no se arredra ante nada y homogéneamente cada uno optó por cruzarlo de una forma diferente: unos corriendo por el agua, otros descalzándose para no mojarse los calcetines, otros saltando como gacelas... En fin, cientos de soluciones para un minúsculo impedimento.
El resto del sendero transcurrió por una acequia en proceso de restauración. Pronto hicimos cumbre y dimos cuenta de nuestras vituallas y de una magnífica botella de rioja que alguien tuvo el enorme acierto de acarrear hasta la cresta.
Desde la Morra se divisa un amplio horizonte de picos, montes y valles que, si otro mas versado hubiera hecho la crónica, podría haber enumerado llamándoles por su propio nombre. Pero como mi sabiduría no da para más, decir que volvimos por el mismo sendero, que para atravesar el San Juan hubo de nuevo un cúmulo de nuevas soluciones: colocar piedras para usarlas como pasarelas, hacer salto de pértiga utilizando los bastones...
Al filo de las tres de la tarde abordamos los coches y enfilamos la carretera en busca del restaurante Los Puentes. Habíamos hecho un bonita excursión, habíamos coronado la cumbre, habíamos resuelto numerosas dificultades...ahora nos esperaba la meta final y verdadera: Antoñita (¿se llama así?) con su heladas cervezas y sus tapas mastodónticas. Misión cumplida.
Cronista: Jose A Mesa
Fotos: Antonio, Toñi y Juande
Tiene cojones que estas mujeres no sepan escribir. Luego quieren igualdad.
ResponderEliminarSi no es por el Mesa, se nos olvida la salida.
ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!!!!!!!!!!!11
Con Cariño. Juande
Tranqui Juande. Sé de buena tinta (ó lápiz)que las féminas están preparando la crónica de la última marcha, como entre hermanas está prohibido discuitir llegarán a un entente cordial y les va a salir de maravilla. Esperamos resultados, sras. Nieto.
ResponderEliminarEspero esta noche aportar mi granito de arena con el reportaje cortijeril.
Bueno, no acosemos a las féminas con estas minucias, mejor que escriban cuando se sientan inspiradas.
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