Éramos algunos los que deseábamos una escapada de varios días y Antonio el que, con un enorme acierto, propuso el lugar: el nacimiento del río Mundo. Al final él, lástima, debió quedarse en tierra, pero nos dejó el camino expedito: organizado el viaje, reservado el alojamiento y programada nuestra estancia. Si esto no es generosidad...
El viaje hasta Riopar no se libró de incidentes: uno de los coches se negó a continuar (torpe) y hubo de volver desde Úbeda a Granada en busca del de Juande, al que se le terminó la holganza.
Las dos hermosas casas rurales, modernas y bien equipadas, acogieron a nuestro alegre y ruidoso grupo cercano ya el mediodía, por lo que nuestro primer acto en aquel confin del mundo fue abastecer nuestros estómagos con una gran variedad de manjares, compañeros efímeros de nuestro viaje.
La tarde debía de ser aprovechada y pronto nos encontramos cubriendo los tres kilómetros que nos separaban de Riopar Viejo. Éste antiguo enclave, mitad abandonado mitad reconstruido, nos atrapaba entre las ruinas de su castillo y las lápidas de su antiguo cementerio. Y nos invitaba a dejar volar la imaginación y zambullirnos en un mundo delirante de historias y leyendas.
El siguiente día, domingo, amaneció nuboso y gris. Pronto una llovizna inmisericorde se hizo la compañera del sendero que nos llevaba al nacimiento del río Mundo. Y aunque la luz pudo entristecer las fotos, nunca logró minimizar la grandeza y espectacularidad del paisaje.
Tras volver sobre nuestros pasos hasta el lugar donde habíamos dejado los coches, iniciamos el segundo sendero previsto no sin algunos abandonos. Éste debería llevarnos hasta el mirador situado sobre la propia cascada objeto de nuestra anterior visita. En la medida que ascendíamos por un cómodo carril, el tiempo se despejaba y un tímido sol decidió acompañarnos en nuestro camino. Coronamos collados, atravesamos cercas, recorrimos hermosos valles cubiertos de un verdor incipiente, pero el mirador no aparecía. Y, ante el miedo de haber errado en la elección de la verea (algo consustancial a nuestro grupo), decidimos, satisfechos de todas formas, regresar al campamento base. Al día siguiente nos enteraríamos por uno de los guardas que nos habíamos quedado a cinco minutos escasos de nuestro objetivo.
La tarde, algo desapacible, dio para una rápida visita al histórico pueblo de Alcaraz.
Y al tercer día... Había que regresar pero no sin antes hacer una segunda visita al paraje del nacimiento del río Mundo: su impresionante cascada fue la última imagen que se nos quedó gravada en la mente y en las cámaras de fotos. Para que nunca se desmienta el recuerdo.
Fotos: Toñi y Juande
Crónica: JA Mesa
Muy buena Jose. Felicitaciones por tu elocuencia. Como decia hanfribogart "siempre nos quedará tu crónica".
ResponderEliminarun abrazo
juande
Gracias Juande, me inspiran tus magníficas fotos.
ResponderEliminarExcusarme debo: las fotos son de Toñi y de Juande. Ya he subsanado el error.
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