sábado, 27 de octubre de 2012

GARGANTA DEL RIO CACIN

A estas alturas y con los medios que hay en la actualidad no deja de sorprendernos la naturaleza por la belleza que engendra y practicamente sin descubrir. A no más de 40 kms de Granada y en término de Arenas del Rey se encuentra el embalse de los Bermejales construido sobre la cabecera del Rio Cacín e inaugurado en el año 1958.

Hace ahora, en el mes de Todos los Santos, un año que se inauguró esta ruta senderista sobre el cauce del rio que se inicia en el aliviadero de la presa y termina en el puente romano de Cacin, con un trayecto lineal de 5,2 kms

Afortunadamente, estamos teniendo sobre nuestra provincia por estas fechas un tiempo poco usual, "ESTA LLOVIENDO COMO ANTAÑO" ¡que alegría¡. Bueno, pues este bien escaso hace que los subditos de la verea se arredren y les cueste un poquitín salir del calor de las sábanas para cargarse de la energía positiva que desprende nuestro campo , no obstante; 10  aguerridos veredianos se echaron p`alante y gozaron, ¡digo si gozaron" que estan dispuestos a repetir lo antes posible la marcheta.

Al ser de corto trayecto nos tomamos la marcha con una tranquilidad pasmosa, disfrutando de cada rinconcito con el que nos deleitaban  los Tajos del Cacín que han oradado sus aguas, cada paso una sorpresa: una escalinata por aquí, un maroma por allá, un puentecito por doquier, unos frutos para coger y un colorido sin igual.

A mitad del camino para prolongar un poquito más el paseo, nos desviamos unos 600 metros y visitamos el Cortijo del Cura, donde damos cuenta de nuestras viandas y completamos con unas castañitas asadas, las cuales costó un poquito "torrarlas" debido a la humedad del terreno y el pasto incendiario.

La verticalidad de los tajos  sigue sorprendiendonos y mostrandonos a su vez habitáculos prehistóricos a una altura de 50 metros, lo que da lugar a ver la transformación del terreno en  el corto espacio de 5.000 años, que es la fecha que datan de estos antiguos pobladores, también nos ofrecen protección en la base de los mismos al ser minados por el agua creando un paraguas natural.

Cruzamos el río en varias ocasiones entre vegetación de ribera a través de unos puentes de madera o pasarelas, los cuales dan una vistosidad extra al paisaje, disfrutamos rapelando con cuerdas puestas ex-proceso, el supuesto barro brilla por su ausencia y el buen rollo siempre presente.

Terminada la "aventurilla" el Sr. de los Alayos nos propone reponer fuerzas en Ventas de Huelma,  como los veredientes somos muy obedientes, aceptamos, su señora esposa Marilord, nos comunica que celebra "descumpleaños" y nos agasaja con una carnecita a la brasa, Su Virutencia y esposa no son menos y postre en Las Gabias, café doble y pasteles de "Casa Pasteles" y colorín colorao, cada uno pa su lao.

Nos vemos en la próxima.
Crónica y fotos: Isidro


























































viernes, 12 de octubre de 2012

Desde Las Negras a Agua Amarga



La ruta que hemos hecho este fin de semana la iniciamos en Las Negras, población a la que llegamos en microbús desde Granada. Antes de las 11 de la mañana estábamos en marcha, aunque, claro, ya en el mismo pueblo hubo tres senderistas que se "perdieron" en esta macrourbe y hubo que ir a rescatarlas y devolverlas a la verea buena.

Fuera ya de la población iniciamos la subida al Cerro Negro por una cómoda pista de tierra  que 30 minutos después se convirtió en una senda amplia y cómoda que comenzó a descender a la Cala de San Pedro. Las vistas desde la altura de esta playa eran espléndidas. Los restos de un fortín parcialmente destruido por una fragata inglesa en el siglo XVIII, presiden todo un entorno que destaca por su verdor. La comunidad hippy que desde años ocupa la cala ha ido construyendo multitud de pequeñas viviendas que a veces se camuflan con la vegetación.

Desde la playa iniciamos una subida zigzagueante con una gran pendiente que no cesará hasta alcanzar los 300 m de altitud. El ascenso es bastante duro y las personas menos en forma bien que lo notan en sus cuerpos. Para colmo, el sol, hasta ahora remiso, se desmelena mandando rayos cada vez más abrasadores. Pero la cumbre al fin se corona y la resfrescante agua inicial pronto se sustituye por un buen trago de palo cortado que anima a los cuerpo a seguir el camino.

Una vez en la Rellana, el sendero nos separa y nos vuelve a acercar a los acantilados, desde donde contemplamos diversas y minúsculas calas de aguas transparentes azul turquesa.

La senda comienza a descender hasta llegar a la Cala del Plomo donde decidimos comer porque la hora lo demanda y los estómagos también. Nuestra llegada rompe la chica calma de los bañistas nudistas que se preguntarían de dónde vendríamos con aquellas pintas. Claro que algunos/as pronto se mimetizan con el paisaje y se dan  un buen baño antes que atacar  los bocatas.


Algo antes de las cuatro de la tarde retomamos la senda que pronto nos conduce a la, a mi entender,   playa más bonita del recorrido: la Cala de Enmedio. Sus aguas cristalinas, su excelente arena y la tranquilidad que transmitía el lugar, invitaba a quedarse en ella lo que quedaba de la tarde.


Pero había que terminar el recorrido y  continuamos la ruta ascendiendo desde la misma playa por la ladera de un cerro hasta llegar al collado. Pocos minutos después llegamos a otra senda que inició la bajada hacia  Agua Amarga. Las vistas eran espectaculares: el pueblo parecía un oasis donde se entremezclaban el verde de la vegetación, el blanco de las casas y el azul del mar.
La meta estaba en el chiringuito, destino  habitual de este grupo senderista que no perdona una cerveza final por nada del mundo. ¡Ah!, la playa de Agua Amarga también espectacular. Algunas de nuestras chicas (mejor las llamaríamos hermosas sirenas), no renunciaron a darse el último baño antes de subir al autobús.

Datos:

Crónica y fotos: JA Mesa