Cuenta la leyenda que, en 1500, un caballero de Málaga
sobrevive a una caída mortal en los Tajos de Alhama gracias a un ruego a la
Virgen. Como agradecimiento, construye una ermita en el lugar y coloca una
cruz, llamado el "Salto del Caballo".
El sábado 23, a las 8:15 un grupo de veredienses nos dispusimos
a emular, en la medida de lo posible, la gesta de aquel legendario caballero
malacitano. ¡Bueno, en realidad solo a pasar y contemplar aquellos Tajos!
La primera parada del día en el Churrero de Alhama, en
donde dimos cuenta de un buen desayuno, allí se unió al grupo María.
Para iniciar la ruta nos dirigimos al Ventorro. Alguno tenía el GPS al revés y se dirigió en sentido contrario ¡cosas de las nuevas tecnologías!
Iniciamos la ruta por un camino recién asfaltado que, hasta
hace poco, era de tierra; siempre es más incómodo de andar en el asfalto.
No era el día de Mazu. A poco de empezar a andar se
percató de que había olvidado el móvil, ¡dichosas tecnologías!, decidió ir a
buscarlo y salir a nuestro encuentro en sentido contrario.
Continuamos el camino entre huertas y cortijos hasta
cruzar el río Alhama por un puente a la derecha.
Desde aquí el sendero es más bonito. Encontramos al
amigo Mazu y seguimos hasta el área recreativa “El Motor”, de la que han
desaparecido las mesas que había.
Rodeamos la pantaneta
de Alhama y seguimos el sendero de los Tajos hasta llegar al pueblo.
Alhama se merece una visita guiada que puede ser
gastronómica-cultural.
Volvimos de nuevo por el sendero de los Tajos, contemplando
las ruinas de la fábrica de harinas y de los molinos que funcionaron con el
agua del río.
La ermita de los Ángeles está en el sendero; esta es
la ermita a que hace referencia la leyenda.
Continuamos hasta el quiosco en el mismo río Alhama,
en donde nos disponíamos a tomar el bocata.
El quiosco está cerrado, y también han desaparecido
las mesas de aquella zona, por lo que nos dirigimos al Ventorro para comerlo en
los alrededores.
Otro inconveniente añadido, los invitados a una boda tenían
ocupado con los coches toda el área de alrededor.
Gracias a Encarni y JA Mesa que se ofrecieron, pudimos
disfrutar de una cerveza fresquita del Ventorro.
No fue un día memorable: el calor, el asfalto que no
esperábamos, la falta de mesas de las áreas recreativas…, hicieron la excursión
un tanto incómoda, pero el buen humor y la buena compañía de todos los
participantes siempre hacen agradable cualquier reunión.
Crónica: Antonio Hita
Fotografías: Isidro