En esta ocasión nos hemos desplazado al pueblo jienense de Cazorla para hacer una de las rutas más típicas de estas sierras, el pico Gilillo, al que ya habíamos subido en alguna otra ocasión.
Los que habíamos llegado la noche anterior quedamos con otro grupo que venía de Granada en las cercanías de la subida a la ermita de la Virgen de la Cabeza. Varios miradores ofrecen bellas panorámicas de la población de Cazorla. El tiempo parecía ofrecer una tregua a los aguaceros del día y la noche anterior.Una vez reunidos todos, nos dirigimos a la barrera de Riogazas, donde dejamos los coches e iniciamos la ascensión al pico. La niebla es el primer elemento no invitado que empieza a hacernos compañía.
Pero los ánimos están íntegros, "al pico gilillo subo en un ratillo".
Pronto nos encontramos un segundo acompañante, la nieve, que no es problema hasta que empezamos a pisar algunas placas de hielo.
Mientras el ascenso se relentiza porque hay que extremar las precauciones, nuestro guía, el Sr. de los Alayos, toma la cabeza intentando romper la placa a fuerza de enérgicas pisadas.
Un cuarto elemento nos ataca, el viento que, a modo de rachas intermitentes, azota el rostro de los esforzados caminantes. No hay nada que mine la moral... o eso parece.
En la medida que ganamos altura, otro compañero de viaje toma mayor protagonismo: el frío. Los gorros cubren orejas, los guantes amarran fuerte los bastones... A pesar de ello, lo que la niebla nos deja atisbar del paisaje es de una gran belleza: arbustos helados, encinas cubiertas de nieve...
Comienzan las dudas en la medida que el tiempo no mejora... Se decide bajar por el mismo camino que llevábamos una vez coronado el pico Gilillo. Lo previsto inicialmente era descender por la Loma de los Castellones, ruta bastante más larga y peligrosa en las condiciones en que nos movíamos.
A poca distancia de la cumbre se decide dar la vuelta ya que el frío, el viento y la niebla no hacían muy recomendable el continuar; y menos por un piso helado y resbaladizo.
El descenso se hace rápido; en la medida que bajamos el tiempo mejora, la niebla desaparece y comenzamos a ver detalles del paisaje por el que nos movemos.
Un pequeño alto en el camino para descansar y contemplar la cascada inversa: cuando las rachas de viento eran más fuertes hacían ascender el agua de una cascada. Sorprendente espectáculo que da prueba de las malas condiciones atmosféricas que nos acompañaron.
El último tramo es de una pendiente suave y pronto estamos llegamos al lugar donde nos esperaban los coches.
A pesar de las inclemencias del tiempo, la jornada había transcurrido tranquila y en el ambiente festivo que nos es tan natural. Bonito día de montaña y convivencia.
Crónica y fotos JA Mesa