Es
la salida inaugural de la temporada, y ocho andarines del club nos damos cita
para hacer frente al reto de ascender al Cerro del Cisne, apodado el K2 de la
sierra Almijara, con una altura de 1.465 m., y un desnivel acumulado de más de
1100 m. partiendo desde la aldea del acebuchal, de los que 700 m. se concentran
en los últimos 2 km. de subida.
Después de las muestras de afecto, y
de dar cuenta del acostumbrado desayuno, partimos en dirección a la aldea del
Acebuchal, donde dejamos los vehículos y comenzamos la marcha por el cauce de
un arroyo que, aunque sombreado y fresco, nos hace sudar la gota gorda debido
al alto nivel de humedad.
En animada conversación alcanzamos el “Collado Blanquillo”, desde donde divisamos por primera vez el cerro del Cisne, que se alza majestuoso entre la marejada de picos y verdes barrancos, elevando su cuello en lo más alto del azul intenso. Aquí, desde luego, era de necesidad la foto de grupo, y las cámaras del Inclito y de don Antonio hicieron sus admirados menesteres.
En animada conversación alcanzamos el “Collado Blanquillo”, desde donde divisamos por primera vez el cerro del Cisne, que se alza majestuoso entre la marejada de picos y verdes barrancos, elevando su cuello en lo más alto del azul intenso. Aquí, desde luego, era de necesidad la foto de grupo, y las cámaras del Inclito y de don Antonio hicieron sus admirados menesteres.
Ahora toca bajar hasta el helipuerto
y la balsa contraincendios por un carril en el que nos encontramos, a la
izquierda del mismo, una pequeña hornacina, bien cuidada y blanqueada, en cuyo
interior guarda una cruz de hierro y una fotografía plastificada con la imagen
de un hombre bien plantao y traje que aparenta ser de militar, del que
posteriormente hemos averiguado que era conocido como “Simón”, apodado “el
héroe de Nador”, un arriero de la sierra y aficionado a la caza que murió
despeñado por aquella zona en el año 1928, y al que indudablemente alguien
quiere que continúe viva su memoria.
Atravesamos el rio Higuerón,
trasponemos el helipuerto, y ahora hacemos lo propio con el arroyo de las
Angustias, y nos plantamos en el inicio del sendero más difícil, el de los
últimos 2 kms.
Aquí hemos de hacer mención que
hasta este punto es posible llegar con vehículo todo terreno por un carril de
tierra, con un firme que no aparenta estar mal del todo. Pero volvamos a
nuestra tarea. El sendero se inicia por una senda marcada por dos hitos de
piedras, que continúan hacia la meta final, y que gracias a la generosidad de
los montañeros que pisan estos montes han ido poniendo, así como alguna que
otra marca de pintura verde.
Siguiendo esta guía ascendemos hasta un collado, desde el que volvemos a obtener unas vistas privilegiadas sobre el Cisne, y más adelante a la izquierda nos fotografiamos junto a la piedra del “Centinela”.
Siguiendo esta guía ascendemos hasta un collado, desde el que volvemos a obtener unas vistas privilegiadas sobre el Cisne, y más adelante a la izquierda nos fotografiamos junto a la piedra del “Centinela”.
Continuamos la ascensión y llegamos
al lugar en que la subida se pone más respetable, y el sendero se bifurca. Aquí
nos plantamos por hoy, excepto los animosos Inclito e Indalecio, que disponen
escudriñar algo más arriba de este majestuoso Cisne.
Después de reponer fuerzas, vuelta
para atrás desandando lo andado, con tranquilidad y buena letra vamos bajando,
con una larga parada en el rio Higuerón, para remojar los pies y preparar una
coreografía acuática para la recepción de los rezagados Inclito e Inda, que
finalmente no aparecen.
Llegamos a los vehículos después de
9 horas de tranquila marcha, bendecidos por los genios de la sierra, y
apaciguado el corazón, y prometiendo la vuelta a este maravilloso lugar, esta
vez para alcanzar la cumbre del asombroso Cisne.