NOMBRE DE LA RUTA: Cerro del Fuerte de Frigiliana
Provincia: Málaga
Zona : Sierra de la Almijara. Comarca de la Axarquia. Pueblo
de Frigiliana.
Tipo de recorrido: Lineal.
Tiempo: 4h. 30 m.
Desnivel: 600 m.
Dificultad: Fácil
Señalización: Sí
Fecha realización: 14.2.2015
Epoca recomendada: Cualquiera, menos en pleno verano.
Valoración del 1 al 5: 3.
Descripción: Recomiendo iniciar
el camino desde el mismo pueblo, para apreciar el trazado de sus calles
moriscas, la belleza y colorido de las mismas.
El camino propiamente dicho
comienza en la alberca de Lizar, junto a una casa con una palmera. Una vez
iniciado el camino no hay otra opción, te llevará directamente, casi sin darte
cuenta, al cerro del Fuerte, entre pinos
y aromas mediterráneos a tomillo,
cantueso y romero.
Tanto a la ida como a la vuelta podrás contemplar un paisaje
extraordinario, tanto de la Sierra de la Almijara y sus altivos picos, como
el Lucero, El Cisne, o el Alto del Cielo, como del mar y sus pueblos
costeros. A la vuelta, unos doscientos metros antes de la Alberca de Lizar,
sale una pequeña vereda que baja hasta la acequia de Lizar, que viene del rio
Higuerón, y que permite el paso con su poquito de riesgo.
Si quieres comer comida casera, es recomendable el
restaurante el "Tangay", a la entrada del pueblo, alejado de la zona
mas turística. Pero tienes que ir con calma y sin prisas.
CRÓNICA:
Aunque
no era la salida programada, Jose A. Mazuecos nuestro guía, con buen tino la
cambió por esta más costera, evitando así las inclemencias del tiempo.
La salida
se hizo tempranera para un buen desayuno en el Suspiro del Moro. Al grupo de
habituales se sumaron Vicente, que no se pierde las de Málaga; Lidia y Mariluz
que de vez en cuando nos acompañan; María José en su primera de la “verea” y Mª
del Mar (que no Mititilla) que triunfó en la montaña, porque la pilló con ganas.
Nos
repartimos en los coches y nos lanzamos a la carretera bajo unos nublos que no
amenazaban lluvia, y con nuestra hábil
conductora, Elena, antes de acabar de ponernos
al día de las novedades ya estábamos en Frigiliana. En el aparcamiento coincidimos
con Miguel y su hijo Dani, el más entusiasta y que se alegró tanto de ver a
Vicente.
Los
primeros pasos trascurren por las callejuelas del pueblo, con unas fachadas bien blanqueadas y llenas de
macetas de vivos colores, todo se ve cuidado. Enseguida nos sorprenden las
plantas exuberantes y diferentes de la zona tropical, muros cuajados de flores
que no reconocemos.
Conforme
vamos dejando atrás y abajo las casas del pueblo, nos adentramos en un tramo con
árboles frondosos a cada lado, de los que cuelgan hermosos aguacates, y pronto
llegamos al sendero bien señalado con puntos azules pintados y postes
direccionales en los cruces, y así continúa ascendiendo hasta el Cerro El
Fuerte donde nos dirigimos, de forma lineal y sin lugar a confusiones.
La subida
es muy llevadera comienza con unos escalones y a cada tanto te regala con una
vista nueva, unas veces dejando ver Frigiliana con el mar de fondo, y otras,
las montañas verdes presumiendo de crestas afiladas por donde serpentea la
acequia del rio Higuerón.
Por el
camino, al poco, comienzan a verse las piedras blancas y relucientes con formas
caprichosas, más adelante comienzas a pisar arena como si el mar la hubiese
dejado allí en algún tiempo remoto.
A medio
camino aprovechando un collado paramos para el
“momento fruta” e intercambio de esas pequeñas cosas buenas que cada
cual se ofrece a compartir y saborear.
Cuando
iniciamos la subida llevábamos bastante ropa, pero empieza a sobrar, no hay sol
aunque ya no hace frio, mientras nos vamos desquitando de las prendas de abrigo
y en conversación animada unas y otros, llegamos al cerro. Las vistas son impresionantes de 360 grados y
con ese espectáculo de fondo entre montaña y mar, aprovechamos para tomar algo más consistente y hacernos la foto
de grupo.
La
bajada fue más rápida, no llegó a dos horas, y acabamos en el pueblo probando
los callos con garbanzos con otros ricos platos caseros. De vuelta a casa, no sin llevarnos el vino
dulce de la zona y hasta la miel de caña los más golosos.
Besos y
abrazos de despedida, y con buen sabor de boca nos deseamos que sea pronto la
próxima aventura, y que no falten el resto de habituales, a quienes hemos
echado mucho de menos.
Por
cierto, hubo un momento que nos preguntamos ¿por dónde va la verea?...pero
llevábamos un buen guía, como siempre!!.
Mariló