Iniciamos el viaje desde Granada a la hora prevista con destino a la fuente Amuña, donde deberíamos iniciar la ruta. Diferentes imprevistos (parada para tomar café en Puerto Lope, despiste de dos de los coches...) hizo que llegáramos casi con una hora de retraso a la mencionada fuente, donde esperaban el resto de los compañeros.
Comenzamos el ascenso intentando dar con un camino que no aparecía por ningún lado. Recurrimos al GPS de Mªde Mar que encontró una track cercana a nuestra posición y que nos dispusimos a seguir.
La primera parte de camino transcurre por olivares y pinares y rápidamente vamos remontando la empinada cuesta hasta llegar a un paisaje de matorral mediterráneo.
La primera parte de camino transcurre por olivares y pinares y rápidamente vamos remontando la empinada cuesta hasta llegar a un paisaje de matorral mediterráneo.
En la medida que continuábamos el ascenso, se pierde cualquier indicio de camino o vereda (¡cuántas veces nos hicimos la pregunta que nombra a nuestro club!) y continuamos una subida cada vez más escarpada y dificultosa.
Pero los ánimos no fallaban y llegar a la cumbre era nuestro reto. Y las vistas eran cada vez más amplias y hermosas.
Pero los ánimos no fallaban y llegar a la cumbre era nuestro reto. Y las vistas eran cada vez más amplias y hermosas.
Pronto alcanzamos unas rocas calizas que creíamos podrían ser la base de la cumbre y donde hicimos una parada para recobrar el resuello.
Una vez en lo alto descubrimos que el hito no estaba allí sino en otro pico a unos 300 metros de distancia al que accedimos cresteando.
¡Cumbre! ¡Qué espectáculo!: Sierra Nevada, el Lucero y la Maroma, Sierra Mágina también nevada... y entre medias Alcaudete, Alcalá la Real, Baena, Martos...y aquella mancha blanca del fondo ¿era Córdoba? Merecía la pena la subida para disfrutar de aquel paisaje.
Comida, fotos y preparar el regreso que eran más de las tres.
Algunos temblaron de pensar que debíamos hacer el descenso por el mismo camino de subida.
Pero no, Pepe, nuestro audaz guía, nos tenía preparada una senda de regreso la mar de cómoda que llevaba a una caseta de vigilancia contra incendios.
Desde allí un suave (aunque largo) carril nos depositó de nuevo en la fuente Amuña.
El resto se presume: bareto, cervecitas, brindis y risas.
Una vez en lo alto descubrimos que el hito no estaba allí sino en otro pico a unos 300 metros de distancia al que accedimos cresteando.
Comida, fotos y preparar el regreso que eran más de las tres.
Algunos temblaron de pensar que debíamos hacer el descenso por el mismo camino de subida.
Pero no, Pepe, nuestro audaz guía, nos tenía preparada una senda de regreso la mar de cómoda que llevaba a una caseta de vigilancia contra incendios.
Desde allí un suave (aunque largo) carril nos depositó de nuevo en la fuente Amuña.
El resto se presume: bareto, cervecitas, brindis y risas.
Atentos a los que pretendan hacer esta ruta: la subida por esta cara Oeste del Ahillo carece de vereas o caminos y tiene una considerable pendiente.