Dieciséis
veredientes emprendimos viaje hacia tierras cántabras, con la
ilusión de pasar unos dias en la montaña y en buena compañía.
Sin incidencias llegamos a Cahecho, y nos instalamos en las cuatro casas, todas con un mirador común hacia el Valle, y rodeados por todos lados de montañas. Una temperatura fresca, nubes, agua fina, algún chubasco, brumas, y algún solecito ha sido el tiempo que nos acompañó durante nuestra estancia lebaniega.
Sin incidencias llegamos a Cahecho, y nos instalamos en las cuatro casas, todas con un mirador común hacia el Valle, y rodeados por todos lados de montañas. Una temperatura fresca, nubes, agua fina, algún chubasco, brumas, y algún solecito ha sido el tiempo que nos acompañó durante nuestra estancia lebaniega.
Todos
los dias salíamos hacia nuestro destino a las 9´30 de la mañana y
volvíamos hacia las 7 de la tarde, con tiempo suficiente para
arreglarnos y cenar a las ocho y media en el único restaurante del
pueblo, donde fuimos atendidos de forma excelente.
El domingo dia 4 ascendimos al Pico Coriscao (2.236 mts.), rebautizado por los veredientes como "Curaçao",
desde el Puerto de San Glorio, lindante con la provincia de León, con 18 kilómetros de recorrido, en cuya cumbre pudimos divisar los tres macizos de los Picos de Europa, así como la Sierra de Peña Sagra, y el mar de cumbres que nos rodeaban.
De allí descendimos hasta el pueblo de Llánaves de la Reina, donde nos refrigeramos y algunos aprovecharon para hacerse la fotito junto al pobre oso disecado.
El lunes le toco el turno a los Picos de Europa.
Estaba prevista la subida al pico de Peña Vieja, pero Gonzalo modificó el itinerario por el riesgo de resbalones y caídas en algún nevero, y en su lugar nos condujo al Pico de la Padiorna (2.319 mts.), con 12 kilómetros de recorrido.
El domingo dia 4 ascendimos al Pico Coriscao (2.236 mts.), rebautizado por los veredientes como "Curaçao",
desde el Puerto de San Glorio, lindante con la provincia de León, con 18 kilómetros de recorrido, en cuya cumbre pudimos divisar los tres macizos de los Picos de Europa, así como la Sierra de Peña Sagra, y el mar de cumbres que nos rodeaban.
De allí descendimos hasta el pueblo de Llánaves de la Reina, donde nos refrigeramos y algunos aprovecharon para hacerse la fotito junto al pobre oso disecado.
El lunes le toco el turno a los Picos de Europa.
Estaba prevista la subida al pico de Peña Vieja, pero Gonzalo modificó el itinerario por el riesgo de resbalones y caídas en algún nevero, y en su lugar nos condujo al Pico de la Padiorna (2.319 mts.), con 12 kilómetros de recorrido.
Previamente cogimos el teleférico de Fuente De, la
verdad con su poquito de congoja, ya que el artefacto se eleva por
encima del terreno de forma considerable y una infortunada caída no
dejaría lugar a dudas.
Aquí aprendimos que quince minutos en los Picos de Europa son una hora.
La
bajada la hicimos caminando hasta Fuente De, con mas vueltas que
revueltas, pero al fin llegamos.
El martes tocaba dia libre, y después de algunas deliberaciones nos pusimos de acuerdo en la ruta.
El martes tocaba dia libre, y después de algunas deliberaciones nos pusimos de acuerdo en la ruta.
Visita a la Ermita de Santa Maria de
Lebeña, enclavada en un lugar paradisiaco, junto al rio Deva a su
paso por el desfiladero de La Hermida,
y declarada Monumento Nacional, de estilo mozárabe, mandada construir por los condes de Liébana allá por el año 925, y junto a su puerta un tejo milenario, que murió hace pocos años.
Como curiosidad la piedra frontal del altar, de origen visigodo, con el símbolo solar en movimiento.
y declarada Monumento Nacional, de estilo mozárabe, mandada construir por los condes de Liébana allá por el año 925, y junto a su puerta un tejo milenario, que murió hace pocos años.
Como curiosidad la piedra frontal del altar, de origen visigodo, con el símbolo solar en movimiento.
Visitamos
igualmente el Centro de interpretación de Picos de Europa, en Tama,
y una destilería de aguardiente de orujo, típico de la zona.
Un
pequeño grupo visitó el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en
la próxima localidad de Camaleño, famoso por albergar obras
literarias del Beato de Liébana, así como el Lignum Crucis, que es
- según la Iglesia Católica - el trozo mas grande conocido de la
cruz de Cristo, por cuyo motivo es lugar santo de peregrinación para
los creyentes cristianos, a nivel de Jerusalén, Roma, y Santiago de
Compostela.
En
Potes paseamos por sus calles y algunos se atrevieron con la
tirolina, a diez euros tres tiradas.
El miércoles tocaba subida al Cuernón de Peña Sagra, pero hubo que cambiarla por un paseo por la propia Sierra, ya que amaneció un dia muy nublado y lluvioso, tanto que, si no nos llega a animar Gonzalo, no salimos.
Fueron 23 kilómetros de recorrido, saliendo desde el mismo pueblo de Cahecho, si bien algunas aprovecharon el servicio de camioneta que les quitó unos cuantos kilómetros de cuesta.
El recorrido fue entre hayedos y robles de un porte centenario, enormes, era como de cuento de hadas y gnomos, con un paisaje exhuberante.
Pasamos por la Ermita de Santa Maria de la Luz, y las localidades de Aniezo y Luriezo, hasta llegar de nuevo a Cahecho.
El
jueves Gonzalo nos preparo un paseo, mas bien para estirar las
piernas y hacer ganas de comer, para lo que nos esperaba mas tarde.
Subimos en taxi al Puerto de Piedras Luengas, lindante con la provincia de Palencia, y recorrimos una distancia de 12 kilómetros, con un paisaje muy parecido al del dia anterior.
Cerca de allí se encuentra el pico Tres Mares, llamado así por verter aguas al Mediterráneo por el rio Hijar; al Cantábrico por el Nansa; y al Atlántico por el Pisuerga.
Subimos en taxi al Puerto de Piedras Luengas, lindante con la provincia de Palencia, y recorrimos una distancia de 12 kilómetros, con un paisaje muy parecido al del dia anterior.
Cerca de allí se encuentra el pico Tres Mares, llamado así por verter aguas al Mediterráneo por el rio Hijar; al Cantábrico por el Nansa; y al Atlántico por el Pisuerga.
Finalizamos
la caminata en la Venta Pepín, en donde nos tenían preparado un
cocido lebaniego, elaborado con productos propios.
Allí se pudo haber repetido la tragedia del niño de los garbanzos que contaba Paco Gandía, pero faltaban los toros y la calor andaluza. Pero a falta de toros merodeaban por el lugar los temidos osos, de los que los lugareños cuentan sus historias.
Allí se pudo haber repetido la tragedia del niño de los garbanzos que contaba Paco Gandía, pero faltaban los toros y la calor andaluza. Pero a falta de toros merodeaban por el lugar los temidos osos, de los que los lugareños cuentan sus historias.
El
viernes, nuestro último dia en tierras cántabras, era dia libre, y
el grueso del grupo nos fuimos a la localidad de San Vicente de la
Barquera, y Gabriel y Maria del Mar se fueron con Gonzalo al Pico
Parais, en la Sierra de Peña Sagra.
Los
del Pico Parais llevaban un encargo, que era dar con el paradero de
un rebaño de cabras que se le había perdido a un pastor,
y algunas encontraron junto con su perro guardián al que socorrieron en su hambruna.
y algunas encontraron junto con su perro guardián al que socorrieron en su hambruna.
Los
de San Vicente de la Barquera, como no podía ser de otra forma, se
dedicaron a andar por los acantilados del Parque Natural de Oyambre,
a cuya extensa playa llegaron por su verea correspondiente,
si bien a
la vuelta destaparon el tarro de las esencias y cada cual la hizo
como mejor le pareció, entre albardales, campo a través, vallas,
zarzas, y alguna caída en hoyos ocultos.
Esa
noche hubo cena especial de despedida, algún cante, chistes,
recuerdos de los ausentes, y agradecimientos.
Bien
está lo que bien acaba, abrazos, despedidas, y viaje de vuelta.
Adoptamos
un dicho de los montañeros de la zona, y es que cuando el dia
anterior quedan para salir al monte, confirman su asistencia
diciéndose "mañana salimos aunque haga sol". Esta se la
dedicamos especialmente a nuestro compañero Isidro.
FOTÓGRAFA: Mititilla