En esta excursión hemos puesto a prueba una nueva experiencia, consistente en hacer dos grupos, a fin de poder hacer el trayecto lineal, en un solo sentido, de tal modo que la mitad del grupo comenzó en Laroles y la otra en Yegen, encontrándonos a mitad de camino e intercambiando las llaves de los coches.
El resultado ha sido satisfactorio, si bien echábamos en falta a los ausentes del otro grupo, con el cual nos encontramos a mitad del camino, al borde del rio Nechite, donde compartimos primeramente abrazos y saludos, y posteriormente mesa y mantel, acomodados entre las rocas del barranco.
Nos acompañó la suerte esta vez, ya que entre tanta lluvia nos salió un día esplendido, despejado y temperatura suave.
Cada grupo vivió experiencias diferentes, pues mientras el de Yegen perdió el camino oficial a las primeras de cambio, adentrándose en la sierra entre vueltas y revueltas hasta llegar a Válor, los de Laroles hicieron cambio de planes a conciencia, abandonando el camino oficial y adentrándose por el del castaño milenario, que a la postre consideraron la parte mas bonita del recorrido, de tal modo que se puede decir que cada grupo hizo una excursión diferente, salvo la parte central que fue común, pero en sentido inverso.
Pudimos disfrutar de una atmosfera limpia y despejada, hasta llegar a divisar el mar, de los cambios de luz, de los colores otoñales, de las umbrías de los barrancos, del olor a tierra mojada y hojas agrias, de los ríos y arroyos de abundante y a veces furiosa agua, de las numerosas fuentes de refrescante bebida, de arbolados vestidos de amarillo otoñal, de las colonias de setas, del ruidoso alzar de vuelo de las perdices, del dulce caqui, del aire limpio que entra en los pulmones, de pueblos de fuerte carácter alpujarreño...en fin, de una experiencia única, que no se puede contar ni reproducir en fotos, y que solo nuestros sentidos pudieron experimentar.
Como despedida el Sr. Indalecio nos convidó a unas cervezas en señal de alegría por su recién estrenada abuelidad.
El nuevo gps del Sr. Mesa marcó una distancia recorrida de 23 kilómetros y 850 metros de subida acumulada, tardando en hacer el recorrido cerca de ocho horas.
Acabo la crónica haciendo una llamada al orden, toda vez que antes de comenzar la andadura se produjo cierta descoordinación, pues llegados a Laroles algunos caminantes se fueron a desayunar, mientras otros pacientemente tuvieron que esperar hasta su vuelta para poder organizarnos e iniciar el camino, lo que constituye una falta de consideración hacia el que espera, por lo que para el futuro sería conveniente mantener el ritmo que marca el grupo así como seguir las instrucciones del organizador de evento.
Crónica: JA Mazuecos
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