El viaje a Córdoba y la excursión a Cabra ha tenido como
objetivo principal la visita a la
Casa de Sefarad o Casa de la Memoria , por aquello de
compartir con nuestro amigo Sebas sus descubrimientos que con tanta pasión
transmite.
Con tanto tiempo la cita prevista y sin embargo nos faltaron
veredientes a quienes echamos de menos. También hay que decir que Eva e Isabel
nos acompañaron por primera vez. Con más o menos rigor salimos de la Renault y como no venía
Azucena, nos repartimos y dejamos coches en Maracena.
Pues si en verso me ha salido, ha sido casualidad, no esperéis
de mi escritura nada particular y daros por advertidos.
Cogimos la carretera de camino a Cabra por Alcalá la Real que por si alguien no lo
sabe es el pueblo de Toñi y Pilar.
Y por si alguien se lo pregunta, le vamos a contestar, que no
hay viaje de la verea que no te vayas a equivocar. Así que después de un par de
vueltas llegamos a Santa Rita, el Centro de Visitantes, punto de encuentro con
Pepe, el que faltaba de acompañante.
El muchacho que informaba, lo hizo con tal prontitud, y
sacándonos folletos nos explicó el camino y su altitud. Acababa de hacer
la ruta con la bici, y tan espercojao
nos indicó, que como estaba nublao no nos quemaría el sol.
En llegando al cartel, un problema se planteó, ¿por dónde va la
verea?..., y Pilar se preguntó, “como ponen distintos nombres en folleto y mapa
señalizador”, si para perdernos ya sabemos, sin necesitad de asesor.
Hasta la ermita, para enterarnos, tuvimos que subir, y el señor
del Infoca nos señaló el camino a seguir. Bajando de nuevo donde se encontraba
el cartel, partía el sendero ancho en medio de la explanada, y sin ningún
desnivel.
Sin embargo unos le llaman La Nava y otros el rio Bailón, el sendero es el
mismo que luego se divide en dos. Aunque Isidro arremeta, llegamos a las
Chorreras, después de dar un rodeo para ver a las ovejas. Es verdad que agua no
había,… ¡y qué quieres con el invierno de sequía!.
Además en este paisaje kárstico algunas cosas aprendimos,
bordeamos el poljé de la Nava ,
con sus aguas encharcadas, y los salientes calizos,… ¿Nani, cómo se
llamaban?... Ay, si alguien me lo dijo!.
Gabriel decía, ¿son encinas o quejigos? y debajo del bosquecillo
Elena y Pepa sacaron el hatillo. El Famobil dátiles traía, pero la tortilla de
Pepe y Nani nadie la superaría.
De vuelta a Cabra probamos los exquisitos flamenquines, y entre
versos de Juan Valera escritos en baldosines, recorrimos el casco histórico, el
castillo, la muralla y hasta la
Fuente del Rio, cuales veredienses andarines.
Ni que decir tengo del buen día que echamos, que al despedir a
Elena por poco no la soltamos.
Hora de llegar a Córdoba, el algarinégico-man se conoce el
aparcamiento y después de preguntar llegamos, dando vuelta, al alojamiento.
Aire moderno y juvenil, en medio de la judería, una ducha, un tentempié, y por
el Puente Romano se oye una nota sutil.
Después de lo que no es “un blanco y negro, aunque si lo demás,
cada cual a su cuarto sin cuento ni ná. Buen desayuno a la hora puntual,
salimos con tiempo, algunas tardan más, es que el señor roca nos hace esperar,
¡uy que fatalidad!.
La señora Isabel nos guía otra vez, entre flores y jardines,
sudamos los calcetines, nos lleva por los rincones, plazas, calles y
callejones. Nos estamos entreteniendo y llegaremos tarde sino salimos
corriendo. Pilar delante aligera el paso, y entre el bullicio los demás detrás
sin perdernos de vista por si acaso.
Por fin llegamos a la
Casa de Sefarad, allí está Sebas como uno más, con aspecto
entusiasmado y sereno, nos acoge a la entrada, nos lo explica todo, se hace
ameno. Nos canta “por berenjenas” y Nani, que no se corta, tatarea allí en
mitad de la alhacena. La letra con las recetas no os la dejo de pasar, porque
la gente de la verea todo lo quiere probar: http://sefarad.rediris.es/textos/berenjenas.htm
Oh! La nueva sala, LA
MEMORIA ,… tropelías desveladas que se han de conocer,
para que marranos sólo sean los de comer. Y quien quiera saber más, que
vaya a Córdoba la bella y en la casa de Maimónides busque a Sebastián, que
harta estoy de rimar la crónica, “pa
que luego me digan, que pa que te metes en ná”.
Crónica: Mariló
Fotos: Elena
Fotos: Elena