Crónica: José A Mazuecos
Fotitos: A Domingo
De las cumbres me llega un soplo de aire fresco que depierta en mi el deseo de abrir mi corazón al cielo.
Tras una hora escasa de viaje en coche, entramos en la ciudad y nos dirigimos hacia la iglesia del Carmen y el Mirador de los Tajos desde donde se contemplan unas maravillosas vistas del cañón que forma el río, los antiguos molinos, la frondosa vegetación del bosque de galería y pequeñas parcelas cultivadas.
Pero queremos iniciar la excursión por la “escalera del diablo” y, como es habitual, no sabemos dónde se encuentra, por lo que preguntando por aquí y por allá nos encontramos con un joven zagal que se presenta como el guía turístico oficial de Alhama. Estamos salvados… eso creíamos, porque tampoco él recuerda dónde se encuentra la dichosa escalera. Tras un rato de búsqueda donde el grupo se dispersa, algunos de nosotros encontramos la mencionada escala del demonio y bajamos por ella, no sin antes escuchar las recomendaciones de nuestro ilustre alhameño, que nos conminaba a no llegar tarde a la cita pues la visita turística comenzaría sin nosotros.
El suave sendero cercano al río pronto nos lleva a la zona de los Molinos, bastante abandonados. Pronto nos acercamos al cañón con sus enormes tajos por donde discurren las mansas aguas del río. Tras pasar por la Ermita-Cueva de los Ángeles, excavada en la roca, el camino se ensancha y continúa hasta llegar a la pantaneta. Desde un puente en la carretera divisamos la presa y el aliviadero. Diferentes tipos de aves nadan en las aguas, entre las que creemos distinguir fochas y patos.
La vuelta la hacemos por el mismo sendero y cinco minutos antes de las doce, las huestes de la verea acampan a las puertas de la Oficina de Turismo dispuestas a empaparnos de la historia y cultura local. ¡Ay mamita! Lo que nos esperaba de la sapiencia del guía. Entre acertadas afirmaciones en castellano (Elvira traduce al inglés para los extranjeros del resto del grupo que no se enteraban de nada), algunas ocurrencias propias de “el jueves” : igual que los perros mean para marcar su territorio, los cristianos marcaban el suyo haciendo iglesias. O los RRCC eran Isabel III de Castilla y Fernando IV de Aragón…
Tras visitar la Iglesia del Carmen, el Hospital de la Reina, las mazmorras, el caño Wamba… en la Iglesia de la Encarnación decidimos que ya estaba bien de cultura y que debíamos acudir a la llamada del yantar, previa y acertadamente convenida en el ventorro de la pantaneta.
Pero no quisimos abandonar esta bella población sin rendirle un merecido homenaje al encanto de sus calles y monumentos cargados de historia. Con voz preñada de emoción, José Antonio declama el Romance de la pérdida de Alhama ante unos veredianos despistados que tras cada estrofa replican a coro: ¡Ay mamica!
—¡Ay de mi Alhama!—
Crónica: José A Mesa
Fotos: A Domingo