Ya tuvimos bien
pronto la suerte de los elegidos cuando a la mañana, antes de que nos
alejáramos frustrados sin rumbo fijo, abrieran la cancela que franqueaba el paso a nuestros vehículos por
el carril que nos conduciría al Pino de las Cinco Ramas. Y la volvimos a
encontrar al final de la jornada, cuando otro golpe de suerte, aliñado con el
buen hacer del Inclito, nos facilitó el rescate desde lo hondo de la Cuesta de
las Pulgas a la desbotada y a sus dos amigas. Y también se alió con nosotros en
la vertiginosa y pinchuda bajada desde el Navachica hasta el barranco de la
Almijara, protegiéndonos frente a la posibilidad de un resbalón y consiguiente
rodamiento hasta lo hondo del cauce. Finalmente todos los inconvenientes se
fueron resolviendo a nuestro favor.
La mañana era
fresca, tirando a fría, al punto de gorro de lana y guantes, y un grupo
numeroso de diecisiete emprendió una marcheta viva, que descendiendo por la
Cuesta de Las Pulgas, y llaneando junto al arroyo de La Almijara, nos condujo
hasta el Mojón de Las Diferencias, y ahora en continua ascensión por un carril
nos conduciría hasta el collado del Alto de Las Buitreras, donde descansamos,
el grupo se recompuso, y tomamos unas frutas para reponer los líquidos
corporales.
Continuamos las
ascensión buscando la cuerda de la Sierra. A cada recodo nos sorprendían nuevas
visiones, como el Pico Lopera y Sierra Nevada al fondo, con el Pico del Caballo
repleto de nieve, o profundos barrancos junto a la Sierra de Cázulas, y mas
allá la Sierra de Lújar, hasta que damos vistas a la vertiente sur, en la que
divisamos los pueblitos costeros de Granada y Málaga bañados por un mar de
intnso azul. Al Oeste La Maroma, con grandes manchas de nieve, y el pantano de
Los Bermejales, o al Norte la Sierra de Castril y de Baza.
La vuelta fue
otro cantar, y el grupo destapó el tarro de sus esencias, pues además de
salirse de la ruta prevista, se subdividió en dos, ambos con el objetivo de
alcanzar el carril que habíamos traído en la ida, y aquí fué el llantar y
crujir de dientes, al encontrarnos con una fuerte pendiente, piedras sueltas y
en tramos tupida de aulagas, o resbalabas o te pinchabas, o las dos cosas a la
vez.
Final feliz para ambos subgrupos, que alcanzaron por diversos emplazamientos el mismo objetivo. El descenso del barranco nos deleitó con sucesiones de caprichosas formaciones rocosas, saltos de agua y pozas de agua cristalina.
Final feliz para ambos subgrupos, que alcanzaron por diversos emplazamientos el mismo objetivo. El descenso del barranco nos deleitó con sucesiones de caprichosas formaciones rocosas, saltos de agua y pozas de agua cristalina.
Una vez en el
carril, la situación volvió a la normalidad, y ya solo quedaba darle a las
patillas par llegar antes del cierre de la cancela que, de producirse, nos
dejaría los coches bloqueados.
Como ya he
adelantado al principio, cumplimos con el objetivo, gracias a la intervención
del Inclito. Llegamos a los coches a las siete de la tarde, habiendo invertido
en el recorrido diez horas para los 25 kms. de recorrido y 1.300 metros de
desnivel.
Sin duda que
nos merecimos la cerveza en la Venta del Fraile, y la visión final del cielo
plagado de estrellas, y nos fuimos a casa con la satisfacción de haber pasado
una jornada inolvidable.
No quiero
acabar esta crónica sin hacer referencia a Antonio Machado, por la coincidencia
de que el mismo dia de la excursión, 22 de febrero, se conmemoraba el
aniversario de la muerte del poeta, y traigo a colación aquel cantar suyo que
dice:
Caminante, son tus huellas
el camino y nada mas;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estalas en la mar.
Fotos: Juande, JA Mesa
Muy bonita la crónica. Tuvimos un final feliz, gracias a la intervención del Inclito, y de un servidor que fue quien abrió la cancela para que pudiera pasar el coche, que si no se hubiera alargado la cosa más de la cuenta.
ResponderEliminarJuande
Estupendo, Juande, si no es por vosotros nos vemos esa noche durmiendo con los marranos en el cortijo los Prados.
ResponderEliminar