viernes, 21 de febrero de 2014

SUBIDA AL PICO NAVACHICA (Sª ALMIJARA)

         Ya tuvimos bien pronto la suerte de los elegidos cuando a la mañana, antes de que nos alejáramos frustrados sin rumbo fijo, abrieran la cancela que  franqueaba el paso a nuestros vehículos por el carril que nos conduciría al Pino de las Cinco Ramas. Y la volvimos a encontrar al final de la jornada, cuando otro golpe de suerte, aliñado con el buen hacer del Inclito, nos facilitó el rescate desde lo hondo de la Cuesta de las Pulgas a la desbotada y a sus dos amigas. Y también se alió con nosotros en la vertiginosa y pinchuda bajada desde el Navachica hasta el barranco de la Almijara, protegiéndonos frente a la posibilidad de un resbalón y consiguiente rodamiento hasta lo hondo del cauce. Finalmente todos los inconvenientes se fueron resolviendo a nuestro favor.

         La mañana era fresca, tirando a fría, al punto de gorro de lana y guantes, y un grupo numeroso de diecisiete emprendió una marcheta viva, que descendiendo por la Cuesta de Las Pulgas, y llaneando junto al arroyo de La Almijara, nos condujo hasta el Mojón de Las Diferencias, y ahora en continua ascensión por un carril nos conduciría hasta el collado del Alto de Las Buitreras, donde descansamos, el grupo se recompuso, y tomamos unas frutas para reponer los líquidos corporales.
         Continuamos las ascensión buscando la cuerda de la Sierra. A cada recodo nos sorprendían nuevas visiones, como el Pico Lopera y Sierra Nevada al fondo, con el Pico del Caballo repleto de nieve, o profundos barrancos junto a la Sierra de Cázulas, y mas allá la Sierra de Lújar, hasta que damos vistas a la vertiente sur, en la que divisamos los pueblitos costeros de Granada y Málaga bañados por un mar de intnso azul. Al Oeste La Maroma, con grandes manchas de nieve, y el pantano de Los Bermejales, o al Norte la Sierra de Castril y de Baza.
Hasta el Pico Navachica la marcha transcurrió conforme a las previsiones, si bien con el grupo muy estirado durante el cresteo, que se fue reagrupando poco a poco en la cima, donde se hizo una larga parada para comer, reposar y hacer las fotos de grupo.
         La vuelta fue otro cantar, y el grupo destapó el tarro de sus esencias, pues además de salirse de la ruta prevista, se subdividió en dos, ambos con el objetivo de alcanzar el carril que habíamos traído en la ida, y aquí fué el llantar y crujir de dientes, al encontrarnos con una fuerte pendiente, piedras sueltas y en tramos tupida de aulagas, o resbalabas o te pinchabas, o las dos cosas a la vez. 

Final feliz para ambos subgrupos, que alcanzaron por diversos emplazamientos el mismo objetivo. El descenso del barranco nos deleitó con sucesiones de caprichosas formaciones rocosas, saltos de agua y pozas de agua cristalina.
         Una vez en el carril, la situación volvió a la normalidad, y ya solo quedaba darle a las patillas par llegar antes del cierre de la cancela que, de producirse, nos dejaría los coches bloqueados.
         Como ya he adelantado al principio, cumplimos con el objetivo, gracias a la intervención del Inclito. Llegamos a los coches a las siete de la tarde, habiendo invertido en el recorrido diez horas para los 25 kms. de recorrido y 1.300 metros de desnivel.

         Sin duda que nos merecimos la cerveza en la Venta del Fraile, y la visión final del cielo plagado de estrellas, y nos fuimos a casa con la satisfacción de haber pasado una jornada inolvidable.
         No quiero acabar esta crónica sin hacer referencia a Antonio Machado, por la coincidencia de que el mismo dia de la excursión, 22 de febrero, se conmemoraba el aniversario de la muerte del poeta, y traigo a colación aquel cantar suyo que dice:
Caminante, son tus huellas
el camino y nada mas;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estalas en la mar.

Ruta en wikiloc: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6195935
Crónica: José A Mazuecos
Fotos: Juande, JA Mesa