sábado, 10 de mayo de 2014

De Cónchar a Melegís

Esta ruta parte del municipio de Cónchar, pueblo que junto a Cozvijar y Melegís forma el municipio de Villamena
 Recorremos las estrechas calles moriscas del pueblo...
hasta que nos encontramos en las afueras en una frondosa huerta plagada de naranjos, granados y hortalizas.
 Poco a poco el camino va descendiendo buscando el valle del río Dúrcal, verdadero protagonista de nuestra excursión.
 El bosque de ribera será ahora nuestro compañero de viaje.
 El río Dúrcal, con su aguas lechosas, baja con un notable caudal debido esencialmente a la época primaveral en al que nos encontramos.
 En la ruta nos encontramos con la "papaver somniferum", la adormidera de cuya capsula se extrae el opio.
 En algunos lugares la fuerza del agua ha dejado al descubierto las raíces de los árboles.
 A veces el sendero llega a perderse debido a la frondosidad de la vegetación.

 El camino se corta y hemos de plantearnos seguir la ruta por la otra orilla.
 Momentos de indecisión porque el agua baja con mucha fuerza y podría ser peligros cruzar el río.
 Elvira es la más decidida y se lanza la primera a la arriesgada aventura.
 Pero no es para tanto. Ni el lecho es demasiado profundo ni la fuerza del agua es peligrosa.
 Todos nos desprendemos de los pantalones y cruzamos el río. El agua sí estaba fría.
 ¡Qué pena! Estos troncos estaban cincuenta metros más abajo.

 El sendero continúa entre álamos, cañaverales,  juncos y  gayumbas en flor
 Abandonamos el lecho del río y ascendemos  por una vereda hasta dar vista al amplo valle con Restábal al fondo.
 La ascensión nos deja a pie de las ruinas del castillo de Murchas o Lojuela, el único de la época califal en todo el valle de Lecrín.
Su nombre, Lojuela, hace mención a una población ya desaparecida que se supone estaría en los entornos de la actual "Era de Lojuela", en el término de Murchas.
 Allí se han encontrado restos de algunas casas y de su cementerio árabe. 
 La construcción de sus murallas se hace con tierra prensada y cal grasa, pero entre sus muros se pueden atestiguar bastantes restos de cerámica romana que una vez rota la empleaban en la amalgama prensada de los muros. 
 Poco después, en un rápido descenso entre naranjos y limoneros, llegamos a Melegís, punto final de nuestro recorrido. Su iglesia, del s. XVI, es un típico ejemplo de los postulados renacentistas de la época.
 El reposo merecido de la senderista en el precioso mirador de Melegís.

 Desde este mirador damos vistas a casi todo el valle. Restabal al fondo.
 Y el pantano de Béznar, a tope de su capacidad.
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El regreso lo hacemos por una antigua acequia que pronto nos lleva hasta el cauce del río Dúrcal.

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