Conforme
asciendía la carretera hacia La Alfaguara
aparecian manchas de nieve en sus márgenes, que aumentaban conforme
avanzabamos, charcos y tierra mojada, hasta llegar al Llano de Las Minas, donde
el termómetro marcaba 3 grados a las 9´20 horas.
Mañana fría de
invierno, con viento helado, del que se te cae el moquillo. De modo que nos
abrigamos bien, pañuelo al cuello, guantes y gorro. Comenzamos la marcha en
ascensión a los cerros El Tamboril y El Tambor, en cuyo alto encontramos restos
de antiguas posiciones de la guerra civil, lugar desde el que se controla el
Valle del rio Bermejo, sede del cortijo Califaquir, y al fondo, a la derecha,
las trincheras del Peñón de la Mata.
Continuamos
nuestra ruta, ahora ascendiendo hacia la Cuerda de la Gallega, con un frio que
pela, y un cielo amenazante, que por momentos se ennegrece, y suelta gotitas de
nieve. Propongo continuar hasta un collado mas arriba y allí decidimos lo que
hacer. Lo alcanzamos con una niebla que ocultaba totalmente la montaña, y
surgen las dudas, que son disipadas por el Señor de los Alayos, que nos anima a
continuar, lo que a la postre resultó un acierto, ya que al instante la niebla
comenzó a retirarse, hasta el punto de dejar paso a un sol radiante, aunque,
eso sí, el frio seguia inperterrito.
Recorrimos toda
La Cuerda, con grandes manchas de nieve, hasta alcanzar el Pico Majalijar, en
el que nos hicimos una fotito de grupo y arreando, porque allí no se podía
parar de frio. La bajada la hicimos por la cara norte y tuvo un pelín de
dificultad, ya que la nieve estaba dura, y tuvimos que ir con mucho cuidadín,
pues aquello resbalaba bastante, hasta alcanzar el collado de Las Buitreras.
Aquí hicimos una pequeña parada para tomar un tentempie.
Continuamos por
una senda por la cara sur de La Cuerda de la Gallega a media ladera que nos
conduciría hasta el cortijo Linillos y finalmente a los coches.
Entremedias el
Señor de los Alayos retó al Señor Mesa a consagrarse como montañero si era
capaz de bañarse en la Laguna de Vacares, cuestión esta que ya se verá este
próximo verano.
Esta vez
carecemos de la tecnología de la compañera Maria del Mar, que faltó por motivos
de salud, pero así, como a ojo de buen cubero, podemos decir para que os hagais
una idea, que recorrimos unos quince kilometros, en el que invertimos unas seis
horas, todo sea dicho que en algunos tramos se hizo un avance muy lento debido
a los impedimentos del terreno, muy accidentado en algunos tramos, con un
desnivel de subida acumulado de unos 800 metros, y con un frio que pelaba.
El final del
recorrido fué celebrado en la Venta Bizcocho, en la que dimos buena cuenta de
unas cervezas y vino mosto, acompañado de migas y papas a lo pobre.
Hasta la
próxima, amigos.
Crónica:José A Mazuecos
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