jueves, 30 de agosto de 2012

VIAJE DE VERANO A RUMANIA



            Este viaje se lo debemos a Josefina, nuestra embajadora en Romanía. Sin su intervención, no solo no hubiera sido posible, sino impensable.

            Así mismo, es de agradecer el interés mostrado por nuestros guías rumanos, Carlin, Diana y Lucian, por su esmero y dedicación, tanto en la programación como en la preparación y ejecución del viaje, hasta el punto de que Diana y Lucian fijaron fecha para le celebración de su boda para el día anterior al inicio del viaje, a fin de poder disfrutar sus días de permiso laboral con los viajeros de La Verea, es decir que pasaron su "luna de miel" con nosotros, y ciertamente parte de esa miel también fue compartida por todos, dado que las habitaciones de nuestros alojamientos fueron de cama de matrimonio, y alguna hubo de trio.

            Por último,  es justo reseñar el buen ambiente y colaboración entre todos los participantes de La Verea, que fuimos quince, cuyos nombres omito para no alargar el relato.

            No quiero olvidar tampoco al chofer del microbús, que nos llevó por todas las carreteras y carriles de Rumanía, así como el empeño y pericia que puso en llegar a tiempo para el coger el tren minero de Anina, la linea de ferrocarril alpina mas antigua de Rumanía (150 años).

            El viaje ha sido una mezcla de senderismo y turismo por las regiones históricas de Valaquia y Transilvania del sur del país.

            Aunque el punto de partida fue la capital Bucarest, lo cierto es que apenas saboreamos la ciudad, ya que aterrizamos bastante avanzada la noche, y al día siguiente partimos después del desayuno en dirección oeste hasta la localidad de Baile Herculane, cercana a la frontera con Serbia, cuyas aguas termales ya eran conocidas y utilizadas por los romanos, y a la que ahora acuden en verano infinidad de personas que acampan de forma caótica a lo largo del río y carretera.

            En el camino a visitamos un monasterio del S. XVI de la iglesia ortodoxa, habitado por monjas, y asistimos a una función religiosa.

            Desde Baile Herculane hicimos nuestra primera ruta de senderismo por las montañas de Mehedinti Mountains, acompañados de un calor húmedo sofocante, donde pudimos disfrutar de los inmensos y frondosos bosques que cubren aquellas montañas , y visitamos una cabaña de pastores en la que fuimos recibidos amablemente y saboreamos un queso recién hecho.

            Continuamos viaje hacia el oeste, haciendo parada en la localidad de Eftimie Murgo, en el que hicimos una ruta a lo largo de un río, declarado parque natural, poblado de antiguos molinos, a uno de los cuales pudimos acceder a su interior y ver su funcionamiento, ya que un vecino estaba moliendo su maíz en aquel momento, con el que los rumanos hacen la polenta, especie de gachas con las que acompañan algunas de sus comidas, y que nosotros también hemos probado.

            Llegamos a la localidad de Sasca Romana, situada en las montañas de Apuseni. Desde esta pequeña localidad realizamos dos rutas de senderismo, una de 25 kilómetros, a lo largo del río Nera, por una senda estrechita, igualmente poblada de inmenso bosque, que finalizaba en el lago del Diablo, y otra ruta, algo mas corta, en el Parque Natural de Cheilei Nerei, camino de Ochiul Bei-Beusnita, donde recorrimos una senda preciosa junto a un rio de aguas transparentes de color azul, que variaba sus tonalidades según las zonas, mas claro o mas intenso, y que finalizaba en una gran cascada, en ese momento seca por la época estival, y una gruta de donde manaba un agua buenísima.

            El resto del viaje ha sido turístico, visitando ciudades como Deva, Sibiu (sublime), y Brasov, y edificios como el castillo medieval de la familia Corvín; el castillo del Rey Carlos I de Rumania, de finales del S. XIX, en el valle de Peles; las ruinas romanas de Sarmizegetusa Ulpia Trajana, antigua capital de la Dacia; la iglesia ortodoxa de Deusus, del S. XIII; la primera escuela de Rumania; la catedral de Sibiu; o la calle mas estrecha de Rumania, en Brasov.

            No quiero terminar esta reseña sin mencionar lo bien recibidos que hemos sido en Rumania, donde encontramos gente amable, atenta y cariñosa, hermanados por la misma cultura latina, tanto por la semejanza física como por la lengua y forma de ser, de ahí que sus destinos migratorios sean fundamentalmente Italia y España, donde actualmente hay censados unos 900.000 rumanos (el país que mayor número de emigrantes aporta a España). Actualmente bregan por salir económicamente adelante, después de pasar su etapa comunista, donde hemos visto fábricas en estado de abandono, y circular carros de caballos, al lado de los vehículos a motor.

            No hubo incidentes de ningún tipo, y hubo buen humor y camaradería.

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